Hablamos ante todo de nuestra capacidad para dirigirnos con efectividad a los demás y a nosotros mismos, de conectar con nuestras emociones, de gestionarlas, de auto-motivarnos, de frenar los impulsos, de vencer las frustraciones…
Según Daniel Goleman en su enfoque sobre la inteligencia emocional hay cuatro dimensiones básicas que se relacionan entre sí:
La primera es la auto-conciencia, y hace referencia a nuestra capacidad para entender lo que sentimos y de estar siempre conectados a nuestros valores, a nuestra esencia.
El segundo aspecto es la auto-motivación y nuestra habilidad por orientarnos hacia nuestras metas, de recuperarse de los contratiempos, de gestionar el estrés.
La tercera tiene que ver con la conciencia social y con nuestra empatía,
El cuarto eslabón es sin duda la piedra filosofal de la Inteligencia Emocional: nuestra habilidad para relacionarnos, para comunicar, para llegar acuerdos, para conectar positiva y respetuosamente con los demás.
Como curiosidad, Daniel Goleman nos recuerda en sus libros la necesidad de ser competentes en estas cuatro áreas. En caso de no hacerlo, podríamos tener, por ejemplo, al clásico directivo entrenado en Inteligencia Emocional pero que solo ha llegado a asumir la auto-conciencia, pero no su capacidad de empatizar con los demás, de entender esos mundos ajenos a las propias necesidades y valores. Debemos ver por tanto estas cuatro áreas como un todo.
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