¿Quizás has escuchado alguna vez a alguien decir estás frases? .
"¡Me siento terrible!", " ¡Hoy ha sido realmente un mal día!", " ¡No tengo nada de suerte!"
Lo más doloroso es que lo podemos hacer de forma automática, sin pensar en el efecto que tienen estas palabras en nuestra forma de actuar y en nuestras relaciones con los demás.
Sí, porque las palabras pueden crear emociones, pero también acciones. Y los resultados provienen de nuestras acciones.
Cada palabra que forma parte del lenguaje que usamos con nosotros mismos y con los demás puede representar algo que nos empodere o que nos limite.
Si estamos acostumbrados a usar palabras negativas para describir nuestras experiencias y el mundo que nos rodea, inevitablemente "sabotearemos" nuestras posibilidades de éxito.
Siempre tendremos la tendencia a sentirnos deprimidos, preocupados, desanimados, sin la fuerza ni el coraje necesarios para superar los desafíos que se interponen entre nosotros y las metas.
Pero la buena noticia es que podemos gestionar mejor nuestros estados emocionales, cambiando nuestro lenguaje y forma de pensar.
Al tener un conocimiento de cómo funciona todo este sistema Lenguaje-Pensamiento-Corporalidad-Emociones, podemos tomar las acciones necesarias para un mejor bienestar emocional.
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